El “hacer” fue renovado, pero el espíritu permaneció intacto y los nativos todavía hablan de la “Casa Maelstaf”. Cualquiera que entre en el renovado centro del pueblo de Beveren encontrará una excusa junto a la iglesia para bajarse de la bicicleta, del scooter, del caballo o del coche, a menos que sea insensible a: un menú cambiante de fin de semana con cuatro platos, una cesta de pescado fresco del puerto ., dulces del mar a la parrilla o carnes asadas a precios razonables.

Tal vez prefiera que le ladran en un patio trasero lleno de humo que le sirvan con una sonrisa en una tienda impecable y piensa que esto es incidental, pero aquí se ha entendido que la elección entre cerveza y agua ya no es suficiente para satisfacer al cliente. Así fue. Hemos optado decididamente por una amplia carta de cervezas (cervezas regionales) y una atractiva oferta de refrescos. Si desprecia la generosa hospitalidad que comienza en la puerta de su casa, entonces probablemente sea el cliente equivocado en el país equivocado. En una sala separada se pueden jugar juegos folclóricos, tejo, lanzamiento de jabalina, pelotas o... lo que sea.